jueves, 27 de marzo de 2014

EL ZORRO EN LA FIESTAS NOCTURNA



El Zorro en la fiesta nocturna

 

El Zorro se hacía ilusiones de ir a una fiesta nocturna. Desde lejos había observado muy bien uno de estos acontecimientos, que los humanos realizaban en las noches en la cima de una colina.

—En las fiestas nocturnas se divierten mucho. Es muy lindo, hasta las jóvenes que bailan son muy hermosas. A mí qué me van a permitir que participe en sus fiestas— cuentan que meditaba el Zorro.

—¿Cómo podré asistir a una de esas fiestas? Ay, si pudiera bailar con esas jóvenes tan lindas… ¡Ah! ¡Ya se!— había meditado, en ese instante le vino a la mente una idea astuta. 

Cuentan que el Zorro se vistió con prendas prestadas de los humanos, para lucir como un joven muy elegante. Y así había ido a esa fiesta. Esa noche los fiesteros nocturnos bailaban con el entusiasmo de siempre. Los jóvenes tocaban un instrumento de viento y golpeaban los tambores dando vueltas y vueltas.

En medio de la fiesta, había llegado el Zorro, convertido en un elegante joven, con nariz filosa, ojos claros, poncho de color beige, gorro, sombrero y con una hermosa chalina de vicuña envuelto al cuello. El Zorro se había disfrazado de un joven muy rico para ir a la fiesta.


 
Las demás jóvenes, admiradas por el desconocido, dicen que hicieron bailar con mucha atención al nuevo participante. Y antes de que amaneciera, el dicho joven solía irse sin que nadie lo notara. Cada noche se repetía la participación del joven incógnito. Una noche, las jóvenes, al ver entrar al joven desconocido, se habían propuesto dar un trato especial, apenas entró se alistaron para sacarlo a bailar una tras otra por turno.

—Esta noche no vamos a dejar escapar a aquel joven— se decían entre sí las jóvenes. Así toda la noche la habían vigilado al joven desconocido, haciéndola bailar y emborrachar. En la madrugada, el anónimo fiestero se dio cuenta de que ya debía huir. En su desesperación, empezó a cantar su despedida a las jóvenes:
—Suéltenme, suéltenme, hermanitas,
Suéltame, suéltame, hermanitas.
Ya va amanecer, hermanitas.
El sol me va a ver, hermanitas—.

Al oír ese canto extraño, las jóvenes gustaron y se rieron aún más. El extraño joven había rogado en vano. A las jóvenes les había gustado su canción. Y nuevamente, les canto el huayño, suplicándoles una y otra vez que le dejaran ir.

—Suéltame, suéltame, hermanitas.
Óiganme pues lindas hermanitas.
Ya va amanecer, hermanitas.
Si no me dejan, entonces tendré Que decirles ¡Cam! ¡Cam! hermanitas.

Al oír el canto las jóvenes gozaron y rieron a gusto. Tomando con fuerza las manos del joven cantor, siguieron bailando. Ya había amanecido y el joven, convirtiéndose en un zorro, las había mordido.

—¡Cam! ¡Cam!— Según dicen, ladró y mordió a las jóvenes. Y luego, con su forma real de zorro, se había internado rápidamente en una chacra de cebada.
— ¡Es realmente un zorro!
— ¡Sí nada menos, que un zorro!

Estupefactas las jóvenes fueron a alarmar a los músicos sobre lo sucedido. El Zorro, aún borracho y asustado, se revolcaba en el cebadal. Lo encontraron y lo apalearon, para que nunca más se atreviera a bailar en las fiestas nocturnas de los humanos.

A veces es mejor no ir donde no estamos invitados.
Nunca es bueno atrasarse, más bien es bueno adelantarse.
(Contaron: Tomasa Huanca y Victoria Poma Huanca. 1987. Grabación, transcripción y recopilación FLP)

BIBLIOGRAFIA
LAYME, Felix
2013, FABULAS AYMARAS. Kamachi pirwa jakhu. La Paz-Bolivia

No hay comentarios:

Publicar un comentario